martes, 20 de agosto de 2019

El amor que se siente hacia los hijos no es amor.

Miren tan bonito y cierto este escrito: El amor que se siente hacia los hijos no es amor. Es otra cosa.
Es un sentimiento que invade cada  poro de la piel y cada nervio que conecta al corazón.
El amor hacia  los hijos no es comparable con otro tipo de amor. No se tiene que alimentar a diario, no hace falta que sea correspondido, no es un sentimiento que se da a cambio de otro, ni se desgasta con el tiempo. No se gana ni se pierde, solo existe y nace para darse sin límite, sin fecha de caducidad.
Lo que se siente hacia un hijo es más que amor, es entrega total hacia un ser maravilloso que salió de nuestras entrañas, que está conectado con un ombligo invisible que se estira hasta el final del universo.
No es un sentimiento que se desgasta con el tiempo, sino todo lo contrario, aumenta el cariño y la admiración. Es un enamorase constante, una fascinación, al ser testigos de su transformación. Es aceptación total.
Y aún sabiendo que son nuestros, hay quien insiste en decir que son prestados, sin entender que esa frase nunca la habría inventado un papá, porque hacia adentro y en el alma, sabemos que no es cierto.
Y lo confirmamos cuando nos tiembla el corazón al escuchar el hermoso timbre de su voz lejana o cuando se conectan nuestras miradas, cuando olemos su pelo y acariciamos su piel.
Sí, son libres y sí, se irán. Es nuestro gran trabajo darles alas para volar, aunque duela cuando emprendan el vuelo; pero prestados, nunca.
La distancia jamás disminuirá el vínculo intangible, la conexión inexplicable, la unión indivisible.
Los hijos son para toda la vida y son nuestros, como seremos siempre de ellos también.
Los hijos son parte de nosotros.

lunes, 19 de agosto de 2019

SI YO TUVIERA MI VIDA PARA VIVIRLA DE NUEVO

 SI YO TUVIERA MI VIDA PARA VIVIRLA DE NUEVO- por Erma Bombeck

Me habría ido a la cama cuando estaba enferma en vez de creer que la tierra se detendría si yo no estaba  en ella al día siguiente

Hubiera encendido la vela rosada en forma de rosa antes de que se derritiera guardada en el armario.

Habría invitado a mis amigos a cenar sin importarme la suciedad de la alfombra y el sofá desordenado.

Habría comido las palomitas de maíz en el "salón de las visitas" y me habría preocupado menos del engorro que suponía cuando alguien quería encender el fuego en la chimenea.

Habría dado mi  tiempo para escuchar a mi abuelo divagando sobre su juventud.

Habría compartido más el día a día con mi marido que con la oficina.

Me habría sentado en el prado sin importar las manchas de la hierba. 

Habría llorado y reído menos viendo televisión y más mientras vivía la vida.

En lugar de evitar los malestares de los nueve meses de embarazo, habría atesorado cada momento y comprendido que la maravilla que crecía dentro de mi, era mi única oportunidad en la vida de asistir a Dios en un milagro. 

Cuando mis hijos me besasen impetuosamente, nunca habría dicho "cuidado, estoy ocupada, ahora ve y lávate para la cena", Habría habido más "te quiero" y más "lo siento"

Pero sobre todo, quiero darle otra oportunidad a la vida, quiero aprovechar cada minuto.
Mirar las cosas y realmente verlas... vivirlas y nunca volver atrás.
¡DEJAR DE PREOCUPARME POR LAS COSAS PEQUEÑAS Y COMENZAR A PREOCUPARME POR LAS COSAS BELLAS QUE SI IMPORTAN!!! 

No te preocupes sobre a quién no le agradas, quién tiene más o quién hace qué.
En lugar de eso, atesoremos las relaciones que tenemos con aquellos que de verdad nos quieren.


"los amigos mantienen el mundo en movimiento" 
💐❤💐❤💐❤💐❤

Nunca rendirse. “Nunca, nunca, nunca, nunca
-en nada, grande o pequeño, importante o insignificante".
W. Churchill

jueves, 25 de julio de 2019

ME DOY PERMISO PARA ...



Me doy permiso para separarme de personas que me traten con brusquedad, presiones o violencia, de las que me ignoran, me niegan un beso, un abrazo...

No acepto ni la brusquedad ni mucho menos la violencia aunque vengan de mis padres o de mi marido, o mujer.
Ni de mis hijos, ni de mi jefe, ni de nadie.

Las personas bruscas o violentas quedan ya, desde este mismo momento fuera de mi vida.

Soy un ser humano que trata con consideración y respeto a los demás. Merezco también consideración y respeto.

Me doy permiso para no obligarme a ser “el alma de la fiesta”, el que pone el entusiasmo en las situaciones, ni ser la persona que pone el calor humano en el hogar, la que está dispuesta al diálogo para resolver conflictos cuando los demás ni siquiera lo intentan.

No he nacido para entretener y dar energía a los demás a costa de agotarme yo: no he nacido para estimularles con tal de que continúen a mi lado.
Mi propia existencia, mi ser; ya es valioso.

Si quieren continuar a mi lado deben aprender a valorarme.
Mi presencia ya es suficiente: no he de agotarme haciendo más.

Me doy permiso para no tolerar exigencias desproporcionadas en el trabajo.
No voy a cargar con responsabilidades que corresponden a otros y que tienen tendencia a desentenderse.
Si las exigencias de mis superiores son desproporcionadas hablaré con ellos clara y serenamente.

Me doy permiso para no hundirme las espaldas con cargas ajenas.

Me doy permiso para dejar que se desvanezcan los miedos que me infundieron mis padres y las personas que me educaron. El mundo no es sólo hostilidad, engaño o agresión: hay también mucha belleza y alegría inexplorada.

Decido abandonar los miedos conocidos y me arriesgo a explorar las aventuras por conocer.
Más vale lo bueno que ya he ido conociendo y lo mejor que aún está por conocer. Voy a explorar sin angustia.

Me doy permiso para no agotarme intentando ser una persona excelente.
No soy perfecto, nadie es perfecto y la perfección es oprimente.

Me permito rechazar las ideas que me inculcaron en la infancia intentando que me amoldara a los esquemas ajenos, intentando obligarme a ser perfecto: un hombre sin fisuras, rígidamente irreprochable. Es decir: inhumano.

Asumo plenamente mi derecho a defenderme, a rechazar la hostilidad ajena, a no ser tan correcto como quieren; y asumo mi
derecho a ponerles límites y barreras a algunas personas sin sentirme culpable.
No he nacido para ser la víctima de nadie.

Me doy permiso para no estar esperando alabanzas, manifestaciones de ternura o la valoración de los otros.
Me permito no sufrir angustia esperando una llamada de teléfono, una palabra amable o un gesto de consideración.
Me afirmo como una persona no adicta a la angustia.
Soy yo quien me valoro, me acepto y me aprecio No espero a que vengan esas consideraciones desde el exterior.
Y no espero encerrado o recluido ni en casa, ni en un pequeño círculo de personas de las que depender.
Al contrario de lo que me enseñaron en la infancia, la vida es una experiencia de abundancia.
Empiezo por reconocer mis valores, Y el resto vendrá solo. No espero de fuera.

Me doy permiso para no estar al día en muchas cuestiones de la vida: no necesito tanta información, tanto programa de ordenador, tanta película de cine, tanto periódico, tanto libro, tantas músicas.
Decido no intentar absorber el exceso de información. Me permito no querer saberlo todo. Me permito no aparentar que estoy al día en todo o en casi todo.
Y me doy permiso para saborear las cosas de la vida que mi cuerpo y mi mente pueden asimilar con un ritmo tranquilo.
Decido profundizar en todo cuanto ya tengo y soy. Con lo que soy es más que suficiente. Y aún sobra.

Me doy permiso para ser inmune a los elogios o alabanzas desmesurados: las personas que se exceden en consideración resultan abrumadoras. Y dan tanto porque quieren recibir mucho más a cambio.
Prefiero las relaciones menos densas.

Me permito un vivir con levedad, sin cargas ni demandas excesivas. No entro en su juego.

Me doy el permiso más importante de todos: el de ser auténtico.
No me impongo soportar situaciones y convenciones sociales que agotan, que me disgustan o que no deseo. No me esfuerzo por complacer.
Si intentan presionarme para que haga lo que mi cuerpo y mi mente no quieren hacer, me afirmo tranquila y firmemente diciendo que no. Es sencillo y liberador acostumbrarse a decir “no”.

Me doy el permiso más importante de todos: el de ser auténtico. No me impongo soportar situaciones y convenciones sociales que agotan, que me disgustan o que no deseo. No me esfuerzo por complacer.
Elijo lo que me da salud y vitalidad.
Me hago más fuerte y más sereno cuando mis decisiones las expreso como forma de decir lo que yo quiero o no quiero, y no como forma de despreciar las elecciones de otros.
No me justificaré: si estoy alegre, lo estoy; si estoy menos alegre, lo estoy; si un día señalado del calendario es socialmente obligatorio sentirse feliz, yo estaré como estaré.

Me permito estar tal como me sienta bien conmigo mismo y no como me ordenan las costumbres y los que me rodean: lo
“normal” y lo “anormal” en mis estados emocionales lo establezco yo.

AUTOR: Joaquin Argente

domingo, 23 de junio de 2019

ASI SON LAS COSAS...


Muchas personas no escuchan con la intención de entender, escuchan con la intención de responder. Nadie puede herirte sin tu permiso
La gente olvida lo que has dicho, olvidará todo lo que has hecho, pero no olvidaras lo que le has hecho sentir.
Un barco esta a salvo en el puerto pero no fue para eso por lo que se hicieron los barcos
Si un huevo se rompe por una fuerza exterior la vida termina pero si se rompe pr una fuerza interior, la vida empieza.Las grandes cosas siempre empiezan por una fuerza interior.
Sé quien eres y dí lo que sientes, porque aquellos a quienes les importas no importan y a quienes no les importas, no importa.
Si estas atravesando un infierno, síguelo atravesando.  Celebra tus propias victorias porque nadie realmente entiende lo que te costo alcanzarlas.


LO QUE APRENDI....


“Aprendí que no importa lo que pase, o que tan malo pueda parecer el día de hoy, la vida continúa y mañana será mejor.
Aprendí que puede decirse mucho sobre una persona a partir de la manera en que maneja tres situaciones simples: un día lluvioso, la pérdida de su equipaje y el enredo de las luces navideñas.
Aprendí que, sín importar la relación que tengas con tus padres, los extrañarás enormemente cuando ya no estén  con vida.
Aprendí que algo de qué vivir, no es lo mismo que vivir.
Aprendí que, a veces, la vida te da segundas oportunidades.
Aprendí que no hay que ir por la vida con guantes en ambas manos; tienes que sentir algunas cosas.
Aprendí que cuando decido algo con el corazón abierto, casi siempre tomo la decisión correcta.
Aprendí que incluso cuando siento molestias, yo no tengo que ser una.
Aprendí que todos los días hay que acercarse y tocar a alguien. Todos amamos un abrazo cálido o simplemente, una palmada amistosa en la espalda.
Aprendí que a esta altura de mi vida, todavía tengo mucho por aprender.

HE APRENDIDO...


Escrito por Andy Rooney, un hombre con el don de decir mucho con pocas muy pocas palabras.
Rooney ya falleció, pero solía estar en show de TV 60 Minutos de la CBS.
He aprendido… Que el mejor salón de clases en el mundo está en los pies de personas de avanzada edad.
He aprendido… Que cuando estás enamorado, se demuestra.
He aprendido… Que con que una persona me diga “Me alegraste el día” me alegra el día.
He aprendido… Que tener un niño que duerme en tus brazos es uno de los sentimientos mas pacíficos en el mundo.
He aprendido… Que ser amable es más importante que tener la razón.
He aprendido… Que nunca debes decir “No” al regalo de un niño.
He aprendido…Que siempre puedo orar por una persona cuando no tengo la fuerza para ayudarla de cualquier otra forma.
He aprendido… Que no importa que tan serio te pide la vida que seas, todos necesitamos un amigo con el cual payasear.
He aprendido… Que algunas veces todo lo que una persona necesita es una mano de la cual sostenerse y un corazón para entender.
He aprendido… Que la vida es como un rollo de papel de baño. Entre más se acerca al final, más rápido se va.
He aprendido… Que el dinero no compra la clase.
He aprendido… Que son esas pequeñas y diarias cosas que pasan las que hacen la vida espectacular.
He aprendido… Que bajo todo caparazón o coraza dura se encuentra alguien que quiere ser apreciado y amado.
He aprendido… Que ignorar los hechos no cambia lo hechos.
He aprendido… Que cuando planeas vengarte de alguien, solo estás permitiendo que esa persona continúe lastimándote.
He aprendido… Que es el amor, y no el tiempo, el que cura las heridas.
He aprendido… Que la única manera para mí de crecer como persona es rodeándome de personas más listas que yo.
He aprendido… Que cada persona que conoces merece ser saludada con una sonrisa.
He aprendido… Que nadie es perfecto hasta que te enamoras de esa persona.
He aprendido… Que la vida es dura, pero yo soy más duro.
He aprendido… Que las oportunidades nunca se pierden, alguien más tomará aquellas que dejaste ir.
He aprendido… Que cuando albergas amargura, la felicidad atracará en otro lugar.
He aprendido… Que deseo haberle dicho a Mamá que la amaba una vez más antes de que falleciera.
He aprendido… Que uno debe mantener sus palabras suaves y tiernas, porque mañana quizás tendrá que comérselas.
He aprendido… Que una sonrisa es una manera gratuita de mejorar tu apariencia.
He aprendido… Que cuando tu nieto recién nacido sostiene tu dedo pequeño con su pequeño puño, estás enganchado de por vida.
He aprendido… Que todos quieren vivir en la cima de la montaña, pero toda la felicidad y crecimiento ocurre mientras la estás escalando.
He aprendido… Entre menos tiempo tengo para trabajar, más cosas hago.

AUN PUEDO HIJO.....


Llévame a la calle, hijo, que aún tengo buenas piernas; a caminar sin rumbo fijo contigo no me sentiré vieja...
Invítame a tu casa, hijo, el Domingo en la mañana; a compartir tu buena mesa y sentirme acompañada...
Háblame con cariño, hijo, no me retes ni te alteres; los viejos somos como niños nos gusta que nos mimen, nos sonrian sin desaire...
Festeja mis ocurrencias, no critiques mis locuras; trataré de ser valiente aunque surjan amarguras...
No me alejes de tu lado, no me hables con engaño; tengo aún mi mente clara, los recuerdos son de antaño...
Ven a verme a casa, hijo, yo no te pediré nada;
solamente tu presencia y contemplar tu cara...
No me dejes triste y sola, no me metas a la cama; los doctores se equivocan, el dolor esta en el alma....