domingo, 22 de mayo de 2016

NO JUZGUES



Él quería que sus hijos aprendiesen a no juzgar de manera apresurada. Por eso, a lo largo del año, mandó que cada uno de ellos viajase hasta una localidad distante, donde había un peral plantado.

Después de que volviese el último hijo, el hombre los reunió y pidió a cada uno que les describiera lo que habían visto.

El primero dijo que el árbol era feo y retorcido.

El segundo hijo manifestó su desacuerdo, indicando que el árbol tenía hojas verdes y estaba cubierto de preciosas flores de aroma tan dulce que él se arriesgaría a decir que eran las flores más graciosas que había visto.

El tercer hijo argumentó que estaban confundidos, ya que el árbol estaba repleto de frutos dorados, bellos y sabrosos. El árbol estaba tan cargado de frutos que estaba arqueado y lleno de vida.

El último hijo no estuvo de acuerdo con los demás, diciendo que el árbol no tenía flores ni frutos, aunque sí hojas coloridas con los más bellos tonos de rojo y dorado.

El hombre explicó a sus hijos que todos estaban en lo cierto, pues cada uno había visto el árbol en una estación diferente. Agregó que no se puede juzgar un árbol o a una persona por sólo una estación.

La vida sólo puede ser cuantificado al final, cuando todas las estaciones se completen. Quien desiste delante del invierno, pierde las delicias de las demás estaciones.



UNA RANA MUY INSISTENTE


Un grupo de ranas viajaba por el bosque y de repente, dos de ellas cayeron en un hoyo profundo. Todas las demás ranas se reunieron alrededor del hoyo. Cuando vieron cuan hondo era el hoyo, le dijeron a las dos ranas en el fondo que para efectos prácticos, se debían dar por muertas ya que no saldrían.
Las dos ranas no hicieron caso a los comentarios de sus amigas y siguieron tratando de saltar fuera del hoyo con todas sus fuerzas. Las otras seguían insistiendo que sus esfuerzos serían inutiles. 

Finalmente, una de las ranas puso atención a lo que las demás decían y se rindió. Ella se desplomó y murió. 

La otra rana continuó saltando tan fuerte como le era posible. Una vez más, la multitud de ranas le gritaba y le hacían señas para que dejara de sufrir y que simplemente se dispusiera a morir, ya que no tenía sentido seguir luchando. Pero la rana saltaba cada vez con más fuerzas hasta que finalmente logró salir del hoyo. 

Cuando salió, las otras ranas le dijeron: "nos alegramos mucho de que hayas logrado salir, a pesar de lo que te hemos gritado". La rana les explicó que era sorda, y que pensó que las demás la estaban animando a esforzarse más y salir del hoyo. 

Moraleja:

1. La palabra tiene poder de vida y muerte. Una palabra de aliento compartida a alguien que se siente desanimado puede ayudar a levantarlo.
2. Una palabra destructiva dicha a alguien que se encuentre desanimado puede ser lo que acabe por destruirlo. Tengamos cuidado con lo que decimos. 
3. Una persona especial es la que comparte tiempo para animar a otros.


Una referencia relacionada: 

En los Estados Unidos de América, en la NASA, hay un póster muy bonito de una abeja, el cual dice así: 
"Aerodinámicamente, el cuerpo de una abeja no está hecho para volar, lo bueno es que la abeja no lo sabe" 


"

CÍRCULO DEL 99


Había una vez un rey muy triste que tenía un sirviente que era muy feliz. Todas las mañanas llegaba a traer el desayuno y despertaba al rey, cantando y tarareando alegres canciones de juglares. Una sonrisa se dibujaba en su distendida cara y su actitud para con la vida era siempre serena y alegre. Un día el rey lo mandó a llamar.
- Paje, le dijo - ¿Cuál es el secreto?
- ¿Qué secreto, Majestad?
- ¿Cuál es el secreto de tu alegría?
- No hay ningún secreto, Alteza.


- No me mientas, paje. He mandado a cortar cabezas por ofensas menores que una mentira.
- No le miento, Alteza, no guardo ningún secreto.
- ¿Por qué estás siempre alegre y feliz? Eh, ¿porqué?

- Majestad, no tengo razones para estar triste. Su Alteza me honra permitiéndome atenderlo. Tengo mi esposa y mis hijos viviendo en la casa que la Corte nos ha asignado, somos vestidos y alimentados y además, su Alteza me premia de vez en cuando con algunas monedas para darnos algunos gustos, ¿Cómo no estar feliz?
- Si no me dices ya mismo el secreto, te haré decapitar - dijo el rey. Nadie puede ser feliz por esas razones que has dado.
    - Pero, Majestad, no hay secreto. Nada me gustaría más que complacerlo, pero no hay nada que yo esté ocultando...

- ¡Vete, vete antes de que llame al verdugo!

El sirviente sonrió, hizo una reverencia y salió de la habitación. El rey estaba como loco. No consiguió explicarse como el paje estaba feliz viviendo de prestado, usando ropa usada y alimentándose de las sobras de los cortesanos.
Cuando se calmó, llamó al más sabio de sus asesores y le contó su conversación de la mañana.
- ¿Porqué él es feliz?
- Ah, Majestad, lo que sucede es que él esta fuera del círculo.
- ¿Fuera del círculo?
- Así es.
- ¿Y eso es lo que lo hace feliz?
- No Majestad, eso es lo que no lo hace infeliz.
- A ver si entiendo, estar en el círculo te hace infeliz.
- Así es.
- ¿Y cómo salió?
- Nunca entró
- ¿Qué círculo es ese?
- El círculo del 99.
- Verdaderamente, no te entiendo nada.
- La única manera para que entendieras, sería mostrártelo en los hechos.
- ¿Cómo?
- Haciendo entrar a tu paje en el círculo.
- Eso, obliguémoslo a entrar.
- No, Alteza, nadie puede obligar a nadie a entrar en el círculo.
- Entonces habrá que engañarlo.
- No hace falta, Su Majestad. Si le damos la oportunidad, él entrará solito.
- ¿Solito? ¿Pero él no se dará cuenta de que eso es su infelicidad?
- Si se dará cuenta.
- ¡Entonces no entrará!
- No lo podrá evitar.
- ¿Dices que él se dará cuenta de la infelicidad que le causará entrar en ese ridículo círculo, y de todos modos entrará en él y no podrá salir?
- Tal cual Majestad; ¿está dispuesto a perder un excelente sirviente para poder entender la estructura del círculo?

- Sí.
- Bien, esta noche te pasaré a buscar. Debes tener preparada una bolsa de cuero con 99 monedas de oro, ni una más ni una menos.
- ¡99! ¿Qué más? ¿Llevo los guardias por si acaso?
- Nada más que la bolsa de cuero. Majestad, hasta la noche..
Así fue. Esa noche, el sabio pasó a buscar al rey. Juntos se escurrieron hasta los patios del palacio y se ocultaron, junto a la casa del paje.
Allí esperaron el alba. Cuando dentro de la casa se encendió la primera vela, el hombre sabio agarró la bolsa y le pinchó un papel que decía: "Este tesoro es tuyo. Es el premio por ser un buen hombre. Disfrútalo y no cuentes a nadie como lo encontraste."

Cuando el paje salió, el sabio y el rey espiaban, para ver lo que sucedía. El sirviente vio la bolsa, leyó el papel, agitó la bolsa y al escuchar sonido metálico se estremeció, apretó la bolsa contra el pecho, miró hacia todos lados y cerró la puerta.

El rey y el sabio se arrimaron a la ventana para ver la escena. El sirviente había tirado todo lo que había sobre la mesa y dejado sólo la vela. Se había sentado y había vaciado el contenido en la mesa. Sus ojos no podían creer lo que veían. ¡Era una montaña de monedas de oro! Él, que nunca había tocado una de estas monedas, tenía hoy una montaña de ellas para él.

El paje las tocaba y amontonaba, las acariciaba y hacia brillar la luz de la vela sobre ellas. Las juntaba y desparramaba, hacía pilas de monedas. Así, jugando y jugando empezó a hacer pilas de 10 monedas. Una pila de diez, dos pilas de diez, tres pilas, cuatro, cinco... y mientras sumaba 10, 20,30, 40, 50, 60... hasta que formó la última pila: ¡¡99 monedas!!. Su mirada recorrió la mesa primero, buscando una moneda más; luego en el piso y finalmente en la bolsa.
"No puede ser", pensó. Puso la última pila al lado de las otras y confirmó que era mas baja.
- Me robaron -gritó- ¡¡me robaron, malditos!!
Una vez más buscó en la mesa, en el piso, en la bolsa, en sus ropas, sus bolsillos, corrió los muebles, pero no encontró lo que buscaba. Sobre la mesa, como burlándose de él, una montañita resplandeciente le recordaba que había 99 monedas de oro... sólo 99.

- "99 monedas. Es mucho dinero", pensó. - "Pero me falta una moneda. Noventa y nueve no es un número completo" -pensaba- "Cien es un número completo pero noventa y nueve, no."

El rey y su asesor miraban por la ventana. La cara del paje ya no era la misma, estaba con el ceño fruncido y los rasgos tiesos, los ojos se habían vuelto pequeños y arrugados y la boca mostraba un horrible rictus. El sirviente guardó las monedas en la bolsa y mirando para todos lados para ver si alguien de la casa lo veía, escondió la bolsa entre la leña.
Tomó papel y pluma y se sentó a hacer cálculos.

¿Cuánto tiempo tendría que ahorrar el sirviente para comprar su moneda número cien?. Todo el tiempo hablaba solo, en voz alta. Estaba dispuesto a trabajar duro hasta conseguirla. Después, quizás no necesitara trabajar más. Con cien monedas de oro, un hombre puede dejar de trabajar. Con cien monedas de oro un
hombre es rico. Con cien monedas se puede vivir tranquilo. Sacó el cálculo. Si trabajaba y ahorraba su salario y algún dinero extra que recibía, en once o doce años juntaría lo necesario.

Sacó las cuentas: sumando su trabajo en el pueblo y el de su esposa, en siete años reuniría el dinero. ¡Era demasiado tiempo! Quizás pudiera llevar al pueblo lo que quedaba de comidas todas las noches y venderlo por unas monedas. De hecho, cuanto menos comieran, más comida habría para vender.

Vender... Vender... Estaba haciendo calor. ¿Para qué tanta ropa de invierno, para qué mas de un par de zapatos? Era un sacrificio, pero en cuatro años de sacrificios llegaría a su moneda cien.
El rey y el sabio volvieron al palacio. El paje había entrado en el círculo del 99.

Durante los siguientes meses, el sirviente siguió sus planes tal como se le ocurrieron aquella noche. Una mañana, el paje entró a la alcoba real golpeando las puertas, refunfuñando de pocas pulgas.
- ¿Qué te pasa?- preguntó el rey de buen modo.
- Nada me pasa, nada me pasa.
- Antes, no hace mucho, reías y cantabas todo el tiempo.
- Hago mi trabajo, ¿no? ¿Que querría su Alteza, que fuera su bufón y su juglar también?
No pasó mucho tiempo antes de que el rey despidiera al sirviente. No era agradable tener un paje que estuviera siempre de mal humor.

Reflexión:
“La riqueza es como el agua salada; cuanto más se bebe, más sed da.”

Quien cambia felicidad por dinero no podrá cambiar dinero por felicidad.

PRESTADO...




Antes todo era mejor...
El mundo anda mal...
¡El gobierno sólo hace política! La Policía es inoperante...
No me conceden el crédito... Mi auto no funciona...
Pierdo mi tiempo... !Qué calor insoportable!
Mi esposa solamente se queja...
Los amigos escasean... Esas criaturas no paran de llorar...
El taxi no aparece... ¡Cómo está de sucia esta ciudad!
Mi jefe no me comprende...
¡¡Esta cola no avanza!!...
Nadie reconoce mi trabajo...
Los precios no paran de subir... Mi teléfono siempre está comunicando...
¡Qué vida esta!...

¿Otra queja más, todavía?
Si yo hubiera nacido en cuna de oro...
Si mis padres fuesen más inteligentes...
Si me tocara la lotería...
Si no hubiera tanta gente acaparando mi vida...
Si yo consiguiera un diploma sin tener que estudiar...
¿Por qué la gente lucha y sufre tanto en este "Valle de Lágrimas"?

 Entonces, recuerda...
 El lugar donde Jesus nació era prestado;
El burrito que Él montó era prestado;
Los panes y peces que Él multiplicó eran prestados;
La sala donde Él instituyó la Eucaristía era prestada;
La barca donde Él viajó era prestada;
El sepulcro donde Él fue sepultado era prestado;
¡ SOLAMENTE LA CRUZ ERA DE ÉL !


¿Alguna otra queja más ?

LA CARRETA VACÍA



Caminaba con mi padre cuando él se detuvo en una curva y después de un pequeño silencio me preguntó: 

- ¿Además del cantar de los pájaros, escuchas alguna cosa más?
Agudicé mis oídos y algunos segundos después le respondí:
Estoy escuchando el ruido de una carreta.
- Eso es - dijo mi padre- Es una carreta vacía. 

Pregunté a mi padre.: - ¿Cómo sabes que es una carreta vacía, si aún no la vemos?
Entonces mi padre respondió: - Es muy fácil saber cuándo una carreta está vacía, por causa del ruido. Cuanto más vacía está la carreta, mayor es el ruido que hace.
Me convertí en adulto y hasta hoy cuando veo a una persona hablando demasiado, interrumpiendo la conversación de todos, siendo inoportuna o violenta, presumiendo de lo que tiene, sintiéndose prepotente y menospreciando a la gente, tengo la impresión de oír la voz de mi padre diciendo:
Cuanto más vacía la carreta, mayor es el ruido que hace.

La humildad consiste en callar nuestras virtudes y permitirle a los demás descubrirlas. Y recuerden que existen personas tan pobres que lo único que tienen es dinero. Y nadie está más vacío que aquel que está lleno de egoísmo, de un supuesto Mi Mismo.

"ENVEJECER ES OBLIGATORIO, MADURAR ES OPCIONAL

domingo, 15 de mayo de 2016

EL BUITRE EL MURCIELAGO Y LA ABEJA (LA FE)


EL BUITRE

Si pones un buitre en un cajón que mida 2 metros x 2 metros y que estè completamente abierto por la parte superior, esta ave, a pesar de su habilidad para volar, será un prisionero absoluto. La razón es que el buitre siempre comienza un vuelo desde el suelo con una carrera de 3 a 4 metros . Sin espacio para correr, como es su hábito, ni siquiera intentará volar sino que quedará prisionero de por vida en una pequeña cárcel sin techo..

EL MURCIÉLAGO
El murciélago ordinario que vuela por todos lados durante la noche es una criatura sumamente hábil en el aire, pero no puede elevarse desde un lugar a nivel del suelo.
Si se lo coloca en el suelo en un lugar plano, todo lo que puede hacer es arrastrase indefenso y, sin duda dolorosamente, hasta que alcanza algún sitio ligeramente elevado del cual se pueda lanzar a si mismo hacia el aire.
Entonces, inmediatamente despega para volar

LA ABEJA.
La abeja al ser depositada en un recipiente abierto, permanecerá allí hasta que muera, a menos que sea sacada de allí.
Nunca ve la posibilidad de escapar que existe por arriba de ella, sin embargo persiste tratando de encontrar alguna forma de escape por los laterales cercanos al fondo.
Seguirá buscando una salida donde no existe ninguna, hasta que completamente se destruye a si misma.

LAS PERSONAS:

En muchas formas, somos como el buitre, el murciélago y la abeja obrera.
Lidiamos con nuestros problemas y frustraciones,
sin nunca darnos cuenta que todo lo que tenemos que hacer es ver hacia arriba.
Esa es la respuesta, la ruta de escape y la solución a cualquier problema.
Solo mira hacia arriba!!.

LA TRISTEZA MIRA HACIA ATRÁS, 

LA PREOCUPACIÓN MIRA ALREDEDOR, 

LA DEPRESIÓN MIRA HACIA ABAJO, 

PERO LA FE    .....  LA FE SIEMPRE MIRA HACIA ARRIBA!!



EL HOMBRE DE NEGOCIOS Y EL PESCADOR


Un hombre de negocios tomaba unas vacaciones en un pequeño pueblo costero siguiendo las indicaciones de su médico. Sin poder dormir después de una llamada urgente de su oficina a primera hora de la mañana, salió a caminar por el embarcadero para poner en claro sus ideas. Un pescador estaba atando su pequeña embarcación en el muelle, dentro de ella, había varios pescados de buen tamaño. El hombre de negocios felicitó al pescador por sus habilidades de pesca.


-“¿Cuánto tiempo te llevó pescarlos?” le preguntó el hombre de negocios.
“Poco tiempo, alrededor de 2 horas” contestó el pescador. 


“¿Por qué no se queda más tiempo en el mar y atrapa más peces?” Replicó el hombre de negocios intrigado. 


“Bueno, con esto tengo suficiente para mantener a mi familia y compartir con mis amigos” el pescador le contestó mientras acomodaba a los pescados para ser transportados. 


“Pero… ¿ y qué hace el resto del día?” preguntó el alto ejecutivo. 


El pescador miró al hombre de negocios y le contestó “Duermo hasta tarde, pesco otro poco, juego con mis hijos cuando vuelven de la escuela, tomo una siesta con mi mujer  y después bajo al pueblo para ver a los amigos. La verdad es que tengo una vida bastante ocupada señor”. 


El hombre de negocios sonrió y le comentó al pescador “Yo tengo un MBA de una muy buena universidad y puedo ayudarlo. Si me permite el consejo, debería aumentar sus horas de pesca de 2 a por lo menos 6 horas al día. En poco tiempo, con lo que gane, puede comprar una embarcación más grande, con suficiente capacidad para que le permita trabajar de 8 a 10 horas y traer aún más pescados. A este ritmo, seguramente no pasará mucho hasta que pueda comprar más embarcaciones y ¡tener su propia flota!” 


Continuó: “En lugar de vender sus pescados a intermediarios, puede empezar a venderlos directamente al consumidor final, abriendo sus propias pescaderías, y eventualmente construyendo su propia cadena. Usted controlará el producto, todos los procesos intermedios y la comercialización, su empresa estará verticalmente integrada, aumentando aún más sus ganancias. Desde luego, ya no podrá vivir aquí, tendrá que mudarse a la capital  en donde implementará mejor los planes de expansión para su empresa. Eventualmente, podrá mover el corporativo de su empresa a otros paises  para internacionalizarla”.
El pescador, un poco confundido con los términos, preguntó. “Pero Señor, ¿cuánto tiempo me llevará todo eso?” El alto ejecutivo contestó, “No mucho, yo estimo que unos 20 a 25 años máximo.” 


“¿Y entonces que, señor?” preguntó el pescador. El hombre de negocios sonrió y dijo con un tono triunfalista, “Esa es la mejor parte. Entonces, cuando el tiempo sea el correcto, podrá hacer su empresa pública, vender sus acciones en la bolsa de valores y convertirse en un hombre muy rico. Ganará millones”


“¿Tanto dinero señor?, ¿y entonces qué?” 


“Entonces se podrá retirar en un pequeño pueblo al lado del mar donde se respire tranquilidad, dormir hasta tarde, pescar durante el día, jugar con sus hijos, tomar una siesta con su mujer por las tardes y ver a sus amigos en las noches, tomar vino y tocar la guitarra…”
                                 El pescador miró nuevamente al hombre de negocios y le contestó:

No he tenido los estudios, la preparación,  las empresas y negocios que tiene usted señor y ya estoy disfrutando de los beneficios que quiere usted obtener.