domingo, 16 de agosto de 2015

Los dos sacos


 

Hay una antigua leyenda acerca de tres hombres, cada uno de los cuales, cargaba dos sacos, sujetos a sus cuellos, uno al frente y el otro a sus espaldas.

Cuando al primero de ellos le preguntaron que había en sus sacos, el dijo: -Todo cuanto de bueno me han dado mis amigos se halla en el saco de atrás, ahí fuera de la vista, y al poco tiempo olvidado. El saco de enfrente contiene todas las cosas desagradables que me han acontecido y, en mi andar, me detengo con frecuencia, saco esas cosas y las examino desde todos los ángulos posibles. Me concentro en ellas y las estudio. Y dirijo todos mis sentimientos y pensamientos hacia ellas.

En consecuencia, como el primer hombre siempre se estaba deteniendo para reflexionar sobre las cosas desafortunadas que le habían sucedido en el pasado, lo que lograba avanzar era muy poco.

Cuando al segundo hombre le preguntaron qué era lo que llevaba en sus dos sacos, el respondió: -En el saco de enfrente están todas las buenas acciones que he hecho. Las llevo delante de mí y continuamente las saco y las exhibo para que todo mundo las vea. Mientras que el saco que llevo atrás, contiene todos mis errores. Los llevo conmigo a dondequiera que voy. Es mucho lo que pesan y no me permiten avanzar con rapidez, pero por alguna razón, no puedo desprenderme de ellos.

Al preguntarle al tercer hombre sobre sus sacos, él contestó: -El saco que llevo al frente, está lleno de maravillosos pensamientos acerca de la gente, los actos bondadosos que han realizado y todo cuanto de bueno he tenido en mi vida. Es un saco muy grande y está lleno, pero no pesa mucho. Su peso es como las velas de un barco “lejos de ser una carga” me ayudan a avanzar. Por su parte, el saco que llevo a mis espaldas está vacío, pues le he hecho un gran orificio en el fondo. En ese saco, puse todo lo malo que escuché de los demás así como todo lo malo que a veces pienso acerca de mí mismo. Esas cosas se fueron saliendo por el agujero y se perdieron para siempre, de modo que ya no hay peso que me haga más penoso el trayecto

QUEDA PROHIBIDO

Queda prohibido llorar sin aprender, levantarte un día sin saber qué hacer, tener miedo a tus recuerdos.
Queda prohibido no sonreír a los problemas, no luchar por lo que quieres, abandonarlo todo por miedo, no convertir en realidad tus sueños.
Queda prohibido no demostrar tu amor, hacer que alguien pague tus deudas y tu mal humor.
Queda prohibido dejar a tus amigos, no intentar comprender lo que vivieron juntos, llamarles sólo cuando los necesitas.
Queda prohibido no intentar de nuevo construir tu hogar, no comprender, no ser paciente y no amar a tu cónyuge.
Queda prohibido no ser tú mismo ante la gente, fingir ante las personas que no te importan, hacerte el gracioso con tal que te recuerden, olvidar a toda la gente que te quiere.
Queda prohibido no hacer las cosas por ti mismo, tener miedo a la vida y a sus compromisos, no vivir cada día como si fuera tu último suspiro.
Queda prohibido echar a alguien de menos sin alegrarte.
Queda prohibido no intentar comprender a las personas, no pensar que sus vidas valen más que la tuya y no saber que cada uno tiene su camino y su dicha.
Queda prohibido no crear tu historia, no tener un momento para gente que te necesita, no comprender que aquello que la vida te da, también te lo quita.
Queda prohibido no buscar tu felicidad, no vivir tu vida con una actitud positiva, no pensar en que podemos ser mejores, no sentir que sin ti este mundo no seria igual.
Queda prohibido renunciar a la lucha contra la corrupción y el caudillismo, queda prohibido doblegar las banderas ante los obstáculos y el cinismo.

Queda prohibido no buscar a Dios cuando el espíritu está sediento de él.

martes, 23 de junio de 2015

Oración de una madre por sus hijos


Mi Señor Padre eterno,
Fuente de todo consuelo,
Te ruego por los hijos
Que me has regalado.
Tú que ya pensaste en ellos
Antes de la creación del mundo
Y que les quieres mucho más que yo,
Bendicelos siempre,
Envía a tus ángeles
Para que sus pies no tropiecen
Y no les dejes caer en la tentación.
Mi Señor Jesucristo,
Que quisiste nacer en una familia,
Por tu bendita Madre,
Que tanto sufrió al verte en la Cruz,
Apiádate de mis lágrimas
Y concede a mis hijos
La fe que vale más que el oro
Y la vida eterna.
Mi Señor Espíritu Santo,
Sé para ellos
Brisa suave que alivie sus penas,
Fuego que arda en sus corazones
Y Maestro que les enseñe a orar,
Para que nunca se desvíen
Del camino que lleva al cielo
Y un día podamos sentarnos juntos
En el banquete del Reino
Que dura para siempre.
Amén.

viernes, 15 de mayo de 2015

LAS APARIENCIAS ENGAÑAN

Una prestigiosa universidad de Sudamérica, el primer día de clase, se encontraba en la biblioteca un hombre vestido de overol, de esos de trabajo que usan los empleados de las fábricas, y calzaba sandalias en un día muy frío. En sus manos llevaba varios libros.

- ¿Quién es ese hombre?, era la pregunta general.
- Es un profesor de Física, y viene de Norteamérica -fue la respuesta, con la siguiente historia:

Un día este hombre llegó hasta la facultad de Física vestido del modo tan particular en que le gusta vestir. Pidió, en un español poco fluido, una entrevista con el decano. Le indicaron que estaba en una reunión con un grupo de docentes. El hombre insistió en verlo. La secretaria lo buscó, y al rato salió el decano a verlo. Luego de saludarlo, el hombre le dijo:

- Vengo a pedir trabajo como docente de Física.


El decano miró su apariencia de arriba abajo; su aspecto era la antítesis de un profesor universitario. De pronto, el decano dibujó una leve sonrisa en su rostro y lo invitó a que lo acompañara. Entraron en una sala donde había una media docena de docentes universitarios. El decano le dijo:

- Hace poco recibimos este libro como texto guía. Estamos aquí intentando solucionar unos problemas de Física. Si usted es capaz de resolverlos, lo contrato como docente.

El hombre tomó el texto, se dirigió a una pizarra y tranquilamente comenzó a resolver uno a uno los problemas que le habían indicado. Los docentes cambiaron poco a poco la sonrisa de burla que tenían en sus rostros por una cara de asombro. Cuando terminó, el decano, atónito, le dijo casi tartamudeando:

- ¿Cómo pudo hacerlo? ¡Hemos estado aquí varios días sin poder resolver estos teoremas!
El hombre, con sencillez, simplemente respondió:

- Yo soy el autor del libro.

La mejor forma de equivocarnos con las personas es juzgarlas por aspectos externos. Ninguna persona encaja fácilmente en los estereotipos que nos formulamos de ellas. Es por eso que las palabras de Dios tienen tanto valor: "No mires a su parecer, ni a lo grande de su estatura, porque yo lo desecho; porque Dios no mira lo que mira el hombre, pues el hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero Dios mira el corazón". Ora a Dios para que te dé la sabiduría de no juzgar a las personas por aspectos externos o las cosas materiales que tienen;  sino por los principios que tienen. Por lo que son.

COMODIDAD


Un día, un hombre sabio y piadoso clamó al cielo por una respuesta. Este hombre encabezaba un grupo de misioneros que oraban por la paz del mundo, para lograr que las fronteras no existieran y que toda la gente viviera feliz. La pregunta que hacían era: ¿Cuál es la clave, Señor, para que el mundo viva en armonía?
Entonces, los cielos se abrieron y después de un magnifico estruendo, la voz de Dios les dijo: Comodidad

Todos los misioneros se miraban entre si, sorprendidos y extrañados de escuchar tal término de la propia voz de Dios. El hombre sabio y piadoso preguntó de nuevo: ¿Comodidad Señor? ¿Qué quieres decir con eso?
Dios respondió: La clave para un mundo pleno es: Como di, dad.   Así como yo les di, dad vosotros a vuestro prójimo. Como di, dad vosotros fe; como di, dad vosotros esperanza; como di, dad vosotros caridad; como di, sin límites, sin pensar en nada más que dar, dad vosotros al mundo... y el mundo, será un paraíso. Sigamos la clave de COMO DI, DAD


Cuando alguien te de una rama con espinas, en vez de tomarla con indignación y correr el riesgo de pincharte las manos, recíbela con serenidad y plántala en el jardín de tu vida. Mas, cuando recojas las rosas, no te olvides de mandar por lo menos una para ese alguien. Al fin de cuentas, fue ese alguien quien te dio la rama.

Cuando alguien te dé un puntapié, en vez de devolvérselo, recuerda que diste un paso al frente, en tanto que él quedó un paso atrás.

Cuando alguien te grite, no respondas con otro grito, para no correr el riesgo de quedarte también ronco.

Cuando alguien te escupa, recuerda que un poco de agua y saliva harán que quedes aún más limpio que antes, mientras que el escupidor perdió un poco de saliva que actuaría benéficamente en su digestión.

Cuando al fin, alguien se ría de ti, sonríe a ese alguien. Al final, él precisa mucho una sonrisa.