Jacinto tenía un viejo teléfono
móvil. Como el celular le daba el servicio necesario, no le preocupaba que
estuviera pasado de moda. Sin embargo, sus colegas lo molestaban y se burlaban
cuando extraía su "pisapapeles" del maletín. Llegó a sentirse tan
avergonzado que hace poco lo cambió por el último que había salido.
Dice así el Dr. Alejandro Morton:
la crisis en el mundo se debe, entre otras cosas, a la inseguridad que las
personas tienen sobre ellas mismas; su continua necesidad de comprar jamás será
satisfecha porque esperan que la satisfacción personal venga de lo comprado, y
jamás será así.
A nivel social, no nos hemos dado
cuenta de que ese impulso descontrolado por comprar es, en el fondo, la causa
profunda de la crisis económica que ha cundido ya por todo el mundo, alimentada
por un sistema financiero insaciable que facilitó recursos para que compraran
quienes no tenían con qué".
Pocas cosas hay más estresantes
que tratar de mantenerse a la moda en ropa, calzado, accesorios, tecnología,
viajes, comidas, restaurantes, casas, muebles, autos y todo lo añadible. Quien
tiene dinero en exceso puede comprar, usar y desechar, pero quienes vivimos
sujetos a un presupuesto debemos cuidar qué compramos y entender por qué y para
qué lo compramos.
En efecto, la presión social
existe, pero debemos preguntarnos cuánto nos presiona y cuánto nos dejamos
presionar.
¿Cuál es el problema de que se
rían de nuestro viejo teléfono móvil? La risa es buena y si no les gusta el
móvil, pueden bromear a costa de él y criticar el aparato, a su dueño o a
ambos. El problema es de ellos, no del dueño del teléfono móvil, a menos que
éste lo acepte.
Desafortunadamente, hoy día uno
se refiere a las personas por sus posesiones: "Es el chico del
descapotable rojo" o "La señora que usa ropa de marca y tiene una
casa enorme" o "Es el director que siempre va a la moda". Es
decir, su personalidad no emana de lo imprescindible, sino de lo prescindible.
Lo primero no se compra en ningún lado; lo segundo en cualquiera, si se tiene los
medios para hacerlo.
Un amigo muy cercano es
multimillonario, pero nosotros lo averiguamos por accidente tras años de
conocerlo. Es sencillo, generoso, adaptable a todo y disfruta lo disfrutable.
Jamás presume y nunca hace alarde de nada porque tiene muy claro qué cosas son
importantes en su vida. Las trampas de la presión social siempre han estado
ahí. Caen en ellas quienes no se conocen a sí mismos y tienen una escala de
valores centrada en lo social y en su desarrollo han tenido carencias afectivas.
El vacío personal no lo llena ni
los armarios repletos, ni los automóviles lujosos, ni las joyas exclusivas, ni
los accesorios de lujo.
La satisfacción de los
consumidores insaciables no viene de poseer las cosas, sino de presumirlas ante
los demás.
¿Tiene usted un teléfono móvil
del que sus "amigos" se ríen cuando lo usa?. Ríase con ellos y úselo
hasta que guste. ¿Le duelen las burlas? Entonces cambie de amigos, no de
teléfono móvil...