domingo, 27 de diciembre de 2015

LAS SILLAS VACIAS

Empiezan los preparativos,
cual será el menú de la cena
y en que lugar nos reuniremos. 
Y aparece la pregunta inevitable:
Cuantos somos este año?
Y en la respuesta aparecen implícitamente:
"Las Sillas Vacías"
de las personas que no están…
Las que están lejos y que la vida llevo por otro camino,
la que eligió no estar porque se enemisto con alguien
de la familia y la que Dios se llevo a su lado...
Y aparece la tristeza y las sillas vacías duelen…
Entonces es cuando más necesito
ese abrazo que cobija, que protege, que es prolongado…
y que lamentablemente no va a llegar…
Entonces me doy cuenta que extraño esa sonrisa,
esas conversaciones amenas, esa complicidad que teníamos,
esa mano dispuesta a ayudarme siempre, esa compañía…
Los ojos se me llenan de lágrimas y duele mucho,
muchísimo, pero esa es la realidad y hay que aceptarla,
suspiro profundo y cierro mis ojos
como queriendo que ese aire
llegue hasta esa persona que me falta,
abro mis ojos y giro la cabeza
y lo que veo son las "Sillas Ocupadas":
son las personas que me aman y que yo amo...
¡Y entonces sonrió!
Así es la vida con pérdidas y ganancias…
Y así voy a brindar el 24 y el 31
con lágrimas contenidas
por esas "Sillas Vacías"
y sonriendo desde el alma
por las "Sillas Ocupadas".
Alegre, si alegre, a pesar de la tristeza,
porque estar alegre no necesariamente es estar feliz .
La alegría es una emoción pasajera
que termina cuando el buen momento finaliza.
La felicidad es otra cosa, es un estado del alma.
Ser feliz, es estar en paz, pleno, en paz
sabiendo que estoy recorriendo el camino correcto,
el que coincide con el sentido de mi vida,
el de mis temores y mi coraje,
mis virtudes y mis defectos,
mi camino, el que yo elegí,
un camino en el que hice todo lo que pude y más…
Brindaré por los que no están
y brindaré incondicionalmente por los que si están,
por los que ame y por los que amo
y con lo que tengo procuraré ser feliz.
Posiblemente tu también tengas "Sillas Vacías"
en tu mesa este año al igual que yo,
pero a pesar de los ausentes
y con la dicha de los presentes,
te deseo una Feliz Navidad
y Próspero Año Nuevo para ti y toda tu familia,
que sus anhelos se hagan realidad
y que llegue a ti lo que tanto anhela tu corazón.
Disfruta de lo que tienes hoy
porque no todos tienen esa dicha.
Un gran abrazo, bendiciones para tu vida

EL PUNTO NEGRO... 0 LA HOJA EN BLANCO.....

Cierto día un profesor entró en el aula de clase y le dijo a los alumnos que se prepararan para una prueba inesperada. Todos se sentaron en sus pupitres aguardando temerosos el examen que venía. Entonces, el profesor fue entregando las pruebas con el texto boca abajo, como era su costumbre.
Después de que todos recibieran la hoja, pidió que le dieran la vuelta. Sorprendentemente para todos, no había ninguna pregunta o texto escrito; tan solo un punto negro en el centro de la hoja. El profesor, viendo la expresión de sorpresa que todos tenían, dijo lo siguiente: ahora vosotros vais a escribir un comentario sobre lo que estáis viendo. Todos los alumnos, confundidos, comenzaron entonces la curiosa y extraña tarea.
Terminado el tiempo, el maestro recogió las hojas, se puso delante de la clase y comenzó a leer las redacciones, una a una, en voz alta.
Todas las pruebas, sin excepción, definían el punto negro, intentando dar explicaciones de su presencia al centro de la hoja. Terminada la lectura, con el aula en silencio, el profesor comenzó a explicar: esta prueba no cuenta para nota; solo sirve de lección para todos. Nadie en la sala ha escrito sobre la hoja en blanco. Todos habéis centrado vuestra atención en el punto negro.
Esto es lo que nos ocurre en nuestras vidas: en la vida de cada uno, en la vida de pareja y de familia, como también en la sociedad. El evangelio de San Mateo (7,1-5) exhorta a quitarnos la viga que tenemos en la vista antes de quitar la mota del ojo del hermano; nos da a entender que debemos mirar primero los propios defectos antes de criticar los defectos del prójimo.
Un mito griego quiso explicar por qué somos más propensos a ver los errores del hermano antes que los propias: la divinidad pagana había colocado sobre los hombros de los hombres unas alforjas que debían llevar sobre el pecho y a la espalda; en la alforja delantera llevaban los defectos ajenos y a la espalda los propios; por esta razón, ven más fácilmente los errores ajenos. De esta forma, entendemos por qué aquellos niños del relato centraron su reflexión sobre ‘el punto negro’ y no sobre ‘la hoja en blanco’.
Aquel profesor hizo tomar conciencia del hecho frecuente de centrar la atención en la mota que tienen en los ojos los demás mientras olvidamos la viga que tenemos delante, que nos impide ver lo mucho que hay de bueno en la creación, en las personas. Hemos llegado al punto que la buena noticia en la radio, en la prensa, en la pequeña pantalla, no nos llama la atención; estamos a la expectativa, a la caza de la mala noticia y es ésta la que impacta.
Esta actitud de centrarnos en ‘el punto negro’ es muy frecuente: los esposos se reprochan sus defectos el uno al otro, olvidando las cualidades y virtudes del cónyuge; los padres de familia advierten a sus hijos de su mala conducta, pero pasan por alto lo bueno que hacen. E. Villagrán resalta que “muchas veces los padres de familia se dirigen a los hijos para mandarlos, para castigarlos, para llamarles la atención, para corregirlos, pero muy pocas veces o ninguna para alabarlos, felicitarlos, motivarlos, aplaudirlos, reconocer sus cualidades, aciertos, éxitos y progresos”.
Y añade: “se debe felicitar, incentivar, agradecer, alentar, motivar a los hijos para que se sientan contentos y dispuestos a seguir luchando por su propio provecho y perfeccionamiento. A los hijos les agrada mucho escuchar de sus padres palabras de cariño y de entusiasmo; esto les ayuda a valorar lo que hacen y a valorarse como personas”. ¿A quién no le agrada recibir un elogio, unas palabras de estímulo?. Reconocer lo mucho que hay de bueno en las personas es, en última instancia, un reconocimiento al Creador que ha distribuido sus perfecciones y talentos entre los hombres.

Todos los hombres somos una página en blanco en la que debemos escribir nuestra propia historia, construida a base del desarrollo de los muchos talentos que Dios nos ha dado. Esta es nuestra gran responsabilidad, pero también nuestra mejor honra y satisfacción: hacer de la página en blanco un testimonio de la bondad que hay en nuestro ser.